La tragedia del Ycua Bolaños trasciende nuestro entendimiento individual y mundano. Es mucho más que aquello que se ve a simple vista, que el incendio en sí o la tragedia de la falencia del gobierno y la justicia de reconocerlo como un drama humano causado por un semejante. Qué hay por detrás de todo esto?. En cada marcha, en cada acto simbólico, en cada momento que este tema surge en algún momento de familia, de grupo de amigos, en una discusión surge para dejar un mensaje explícito y otros, tal vez varios, mensajes implícitos.
Quiero creer que Dios, los ángeles y nuestros seres queridos se están comunicando con nosotros por imágenes que trascienden las palabras y lo racional para dejarnos enseñanzas profundas, dolorosas algunas, pero todas necesarias para la evolución del individuo y el pueblo paraguayo.
Ayer 13 de Agosto de 2007, frente al Poder Judicial en plena manifestación para exigir celeridad, un cantante; Alberto Rodas, de cancionero popular y urbano desenfunda su guitarra, le dan el megáfono. Agradece, se solidariza y anuncia que cantará una música llamada “Empresaurio Cero”.
Un palco improvisado ante un público que marcha para exigir justicia. Nos acercamos a la guitarra y al músico formando un círculo irregular pero que tiene las cuerdas de la guitarra y la voz del cantante como punto de inicio y fin. La música es elocuente, cuenta la historia de los Paiva, del sistema, de la injusticia de todos los días y denuncia sobre “empresaurios cero”.
También canta sobre el dolor que sentimos todos los familiares y heridos del Ycuá Bolaños que fuimos en cierta forma devorados por el hambre de codicia de los Paiva. De diferentes formas quedamos impactados por el mensaje. Una catarsis colectiva se apodera de la gente, un escalofrío y lágrimas brotando de los ojos. Dos niñas pequeñas lloran y su madre al abrazarlas y tratar de contenerlas también se rinde ante tanto dolor.
Exigimos justicia, pero también necesitamos sanar de tanta pérdida y tanto dolor.
Hasta los más extremistas de la causa disfrutan de la música y de la verdad de su letra. Termina la música, nos secamos las lágrimas de rabia, de tristeza, el cantante agradece e invita a otros a unirse a la causa.
Así fue como Alberto Rodas nos regaló un momento de sanación, de justicia, de ejemplo de entrega al prójimo.
martes, 14 de agosto de 2007
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